La televisión en dos programas antagónicos

Graduados

La productora Underground merece una gran felicitación por esta nueva comedia del prime-time de Telefé. El público responde satisfactoriamente porque, después de numerosos y prolongados intentos ilusos productos e ideas cursis, aburridas y gastadas, finalmente dieron en el clavo con esta comedia que, si bien mucho debe a las sitcoms yanquis (notar la similitud entre el personaje que interpreta Isabel Macedo y Monica Geller de Friends), no las copia directamente, como hacían La niñera, Casados con hijos, Amas de casa desesperadas, Quién es el jefe, y otras malas adaptaciones que formaban una televisión artificial en el colmo de una cultura televisiva nacional colonizada.

Graduados triunfa en una pobre televisión por ser una tira revolucionaria (no ideológica ni políticamente); al igual que el unitario El Puntero, cuya revolución tenía que ver con el foco social y Los Simuladores, cuya revolución era su perfección argumental, su idea motora y sus chistes, Graduados revoluciona la forma de reflejar la clase media local en la televisión, por el simple hecho de adaptarla al presente.

¿Cuál es el acierto de la serie protagonizada por Nancy Duplaá y Daniel Hendler estrenada el pasado 12 de marzo?

No es, evidentemente, el color local o el tono "argentino", logrados a medias, en una serie cuyo título remite ya a una traducción (debería ser “egresados”).

Tampoco es su trama o nudo argumental, usual de por sí, cuya figura básica sería: madre quiere saber si el padre de su hijo es su marido o un amor efímero de su secundaria.

Tampoco son -aunque si acierta con esto en algún punto- la calidad actoral ni los gags que se desprenden al final de cada escena.

Graduados acierta en el manejo actualizado de las esferas sociales y el carácter y estilo de vida de sus personajes. Dos familias simétrica y mesuradamente opuestas. No hay extremos sociales, pero sí culturales y comunitarios: la familia joven y rica, que vive en una mansión en la zona norte, y que maneja una empresa líder de comida para perros, se opone a la familia barrial bajo burguesa judía.

Una protagonista correcta, madre joven, semi seria con una visión moral y matrimonial en crisis, se opone y adjunta al eterno adolescente que vive con sus padres, pasea perros y se la pasa de gira con sus amigos barriletes (Julieta Ortega y Mex Urtizberea) que envían constantes guiños cannábicos a un público que suele reemplazar la televisión de aire por las series yanquis.

Una vez alguien dijo que Tinelli era exitoso porque combinada a la familia con la pornografía. Graduados combina a la familia tipo con la vida adulta independiente y acá reside su temprano éxito.



1000 maneras de morir

Programa bizarro si los hay, de género docu-ficción, aunque de “docu” poco tiene. Recrea muertes extrañas, bizarras y totalmente desquiciadas, que parten generalmente de víctimas fetichistas, viciosas y enfermizas. Como si fuera poco, se hace una recreación –que parece joda- con actores para explicar cada muerte con animación 3D y argumenta el hecho de forma médica, cuando es muy poco lo que hay explicar.

Pocos ejemplos: Un hombre con el fetiche de vestirse de bebé y ser atendido por su mujer, de tanto saltar en la cuna, con la reja subida, termina decapitado al caer ésta. Un musculoso que se desayuna a diario un cocktail con jugo de verduras y esteroides sobrecarga la juguera y la presiona hasta hacerla explotar; la cuchilla sale disparada y le corta la yugular. Una mujer adicta al colágeno, no puede evitar –al ver su rostro lleno de arrugas- inyectarse aceite vegetal en labios y cachetes, el cual termina bloqueándole totalmente las venas.

Como remate del máximo grotesco, la frase final del locutor en cada caso provoca la carcajada del espectador ante cada una de las víctimas.


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