La feria monstruo (del libro)

La Feria del Libro de Buenos Aires es y será un evento político y oligopólico incomparable. Al entrar, la contaminación visual corroe los párpados: amarillo, clarín y la nación por todos lados. Publicidades de Ñ, de ADN y del GCBA con su excelente nueva consigna publicitaria: "la ciudad te necesita". Desde ya, la Lengua argentina felicita a los creativos publicitarios por tan gran idea.

Radio Nacional y Mitre mudaron sus estudios para transmitir desde este gran evento que termina el lunes 7. Una pantalla formada por cuatro plasmas transmite la televisión pública todo el día en el pasillo exterior entre los pabellones blanco y verde. En el pabellón azul, el stand presidencial exhibe una esfera gigante cubierta de plasmas; abajo, dos pantallas led de cuatro metros de ancho y dos de alto pasa Paka Paka y documentales sobre las Malvinas; todos los días hay shows de folklore, tango y rock, y, tras la apertura de la feria, dijo Boudou: "ni una, ni dos, ni tres, ni sesenta tapas de Clarín nos van a hacer callar" porque "tenemos el acompañamiento del pueblo".

La feria funciona como una gran arena de disputa entre los principales grupos mediáticos nacionales como Clarín, La Nación y el aparato k, quienes montan una sangrienta batalla para el saciar el hambre de curiosidad del público, pueblo que habita la capital y la provincia.
   
Según la crónica Las rarezas, el otro éxito de la feria, publicada en la Nación del 28 de abril, la exposición se destaca por su bizarría: esta nota se queda en el tono picaresco. Se leen citas como la de un tal Lautaro Pérez, para justificar el éxito de los libros de bolsillo: "un libro chiquito asusta menos".

La feria monstruo es el ejemplo perfecto de cómo llamar a una cosa con otro nombre. Le decimos Feria del libro, pero el hecho de contratar a las editoriales y programar charlas de grandes escritores y el hecho de presentar una consigna tan performativa como "un futuro con libros", no opaca la verdadera esencia de la feria: ver quién la tiene más grande.

Por eso se lee inocentemente que "al parecer, algunos decidieron no tomarse tan a pecho eso de que esta Feria estaba dedicada al libro", o que "ni los stands de la Presidencia ni de la CABA muestran libros -lo cual es mentira- aunque mal o bien tienen alusiones concretas a la palabra escrita".

La revista Ñ tampoco pudo evitar el tono político en la crónica La apertura de la feria, cada vez más política y menos literaria, con una campaña alevosa contra la traba de importación de libros del extranjero, que hace espantar a gran cantidad de intelectuales. Se recuerda lindas épocas como el 2011, cuando venían intelectuales nóbeles a hablar mal de Cristina: "la batalla, con guerra de hinchadas incluida, que se vivió en la sala José Hernández del predio de La Rural".

"El libro" es una excusa que sirve para mover la economía de la poderosa clase intelectual editorial. Ya no es noticia que pocos leen libros que no sean de autoayuda (ni hablar de literatura). La gente va principalmente a sacarse fotos con todo lo que lo amerite, o no. Se promueven los libros mas no la lectura. Los libros más vendidos solo tienen imágenes o juegos. La feria monstruo es una gigantografía viviente por tres semanas, guerra de publicidades y esponsoreo.

La ideología colectiva, al igual que la economía y la organización de las empresas, es piramidal. Grandes intelectuales persuaden con textos y charlas a semi-intelctuales medios y periodistas con buena reputación (o mala reputación olvidada), que a su vez persuaden con la charla y la publicación de notas periodísticas, a jóvenes en formación intelectual y algunos cuantos barras bravas.
 
Clarín sacó una nota piola que ayuda al lector a cuidar su economía: Cuánto cuesta venir a la feria. Advierte cuánto cuesta un café y una medialuna y recuerda una fantástica promoción:  "a aquellos que gasten más de $250 en un stand, se les descontará el precio de la entrada", es decir, $20 = $230. La Lengua Argentina recomienda fervientemente esta promoción si es que los $250 no son todos auto ayuda.

También es de destacar el comentario de Angel Schivo: "una medialuna $6.-..., una ensalada con aguay un postre $45.-...¿estan en pedo?, les parece barato eso?, solo tengan en cuenta que una docena de las mejores facturas cuesta $22.-, como vamos a pagar 6 mangos una medialuna?????"

Por debajo de toda esta gran disputa, está el pueblo. Gente de todos los sectores geográficos y sociales de la ciudad y de la provincia de Buenos Aires asiste en familia a presenciar el combate mediático.

En el pabellón amarillo, el bloque de stands de países islámicos gana el premio al mejor diseño: simula una mezquita con miles de atracciones. La embajada de Estados Unidos hace concursos con premio de las mejores fotos sacadas en el stand. En el de Brasil, se encuentra algo escondida, Eloísa cartonera.

El pabellón azul es el más concurrido por el público joven. Además de Presidencia de la Nación, se encuentran editoriales de izquierda, are krishnas, el patio infantil, un tipo que ganó y perdió un millón de pesos y no tuvo mejor idea que escribir un libro y las grandes editoriales de revistas de manga, animé y cómics, entre otros stands como el de los no videntes, la fundación borges, la editorial Bonsai de los libros pequeños que según la nación es la tendencia bizarra de la feria.    

Hablan infinidad de escritores, pero a la masa la mueve la farándula. Ni Galeano, ni Dolina, ni Pescetti, ni el combo Magdalena-Nelson, ni Washingtong Cucurto convocan la cantidad de gente que logran la Rampolla, Larry le Clay, el youtuber número uno de Argentina, o el periodista Chiche Gelblum.

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