En el barrio river, en Libertador y Udaondo, queda la parrilla estilo campo La posta de los galanes, donde el otro día me lastré unas Ribbs de cerdo con salsa barbacoa y ensalada tabure, que en realidad son costillitas agridulces con papas fritas y varias salsitas como chimichurri, provenzal, garbanzos al escabeche, y batatas en aceite. Bastante rico, pero lamentablemente, para mi zapán de gaucho carnivoro desesperado, las costillistas eran mucho ruido y pocas nueces, o, para ser más precisos, mucho hueso y poca carne, y me quedé con hambre, a pesar de haber comido de entrada unas batatas fritas con cebollita salteada y un poco de ensalada de rúcula, así y todo me tuve que pedir un chori con tomate. Todo muy rico, aunque en escasa cantidad (¿será que el lugar quiere mantener las figuras de sus comensales, o será que les sugiere una vida mesurada con la porción?), quién sabe por qué, pero esa es la nueva onda de la comida en lugares paquetes. Ahora pasemos a definir esta expresión tan característica de la lengua, que quien la busque en el diccionario, se verá en apuros.
Quién tiene la posta y qué implica tenerla
-Esto es la posta. Si no me creés, andá a freir churros.
Quién tiene la posta y qué implica tenerla
-Esto es la posta. Si no me creés, andá a freir churros.
La posta no sólo es la verdad. La posta es mucho más que eso. Es la total seguridad de quien habla de que lo que está diciendo se corresponde con los hechos de una manera perfecta y exacta. De que lo que entrega (esa información fresquita, esponjosa y lista para digerir) no va a defraudar. Esto es la posta.
Batir la posta.
La lengua argentina llegó a crear la frase verbal "batir la posta", porque la posta es algo que se bate. La posta se agita ante la vista y la audición de quienes la desconocen, como la cónyuge que agita una bombacha que no es suya, encontrada en el auto, ante el sobresalto del descuidado marido. La posta no es moco de pavo.
La disputa diaria por la posta.
Todos queremos tenerla. Gobierno y oposición, fiscales y defensores, judíos y católicos, religiosos y ateos, vegetarianos y carnívoros, taxistas y colectiveros, periodistas y políticos, periodistas y otros u otras periodistas, periodistas y jugadores, jugadores y referís; todos disfrutan de la eterna y cotidiana disputa por la posta. Generalmente es la lengua el terreno en el que lo hacen. En contadas ocasiones, el puño.
Cuatro ejemplos de posta.
La elegante damisela que esta tarde viajaba en la línea "A" del subte en dirección a Carabobo, le hablaba a su compañero con la seguridad de quien tiene la posta:
-Los mandan al colegio -decía con cierta indignación- sólo para que no se queden en sus casas. Pero si ni estudian. Esto está mal. Así no puede ser.
Otro uso de esta partícula es la simple pregunta, ante una revelación.
-Creo que soy gay.
-¡¿Poooostttaaaa?!
En este caso, la pregunta no sirve para solicitar información ni para confirmar lo dicho. Simplemente sirve para demostrar una sorpresa exaltada ante la revelación. Otro ejemplo:
-Corté con mi novia.
-Naaahhhh, ¿posta?. Ya era hora, 15 años es mucho tiempo.
Finalmente, en conversaciones, se usa para dar cuenta de que alguien acaba de decir una gran verdad.
X: Si te sentís con confianza, le podés sacar el teléfono a quien quieras, cuando y donde quieras.
Y: Posta...
Para finalizar, un video algo morboso que no tiene que ver con la posta, pero sí con el atletismo que es de donde viene la expresión.
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