"De toque", "al toque" y "señor, no me toque"

El pasado 27 de marzo, se cumplieron 110 años del nacimiento de Enrique Santos Discepolo. Por eso, este post que poco y nada tiene que ver con su vida, su obra y su gloria, va dedicado a su memoria.

Algo rápido es algo de toque. Por ejemplo, para decir que alguien eyaculó precozmente, podemos decir que eyaculó de toque; o para decir que alguien comió muy rápido: que lastró de toque, o -rememorando viejos tiempos- que manyó de toque, que morfó de toque y, hoy día, por algunos lados se oye que alguien papeó de toque. Para decir que la pizza que pedimos por teléfono llegó rápido, decimos que la pizza llegó de toque, y cuando nos apuran en el teléfono, contestamos que en un toque salimos para allá.

Al toque, en cambio, es algo fácil. Algo directo. Algo para lo que no tenemos que estirar mucho el brazo, o caminar o manejar, o gatear en el caso de los más chiquitos, muchas cuadras. Por ejemplo:

-¿Dónde quedaba esa parrilla que siempre nos decís que vayamos?, dice alguien arqueando la ceja izquierda.

-Dónde quedaba, no. Se dice: ¿dónde queda?. No se incendió la parrilla, ni se mudaron las achuras. Sigue estando donde estaba, acá al toque, a dos cuadras.

O por ejemplo: ¿te va a costar mucho traerme las reposeras que te presté el verano pasado para ir a San Marcos? No, te las traigo al toque.

Como si por arte de magia sucedieran estas cosas. Y hablando de magia, ¿no es verdad que todo lo que hacemos hoy nos parece que lo hacemos por arte de magia?

Y hablando de toques y hechiceros, y en un tono melodramático, como cuando miramos una noticia en la televisión, y nos quejamos del estado de las cosas, de las personas, de la sociedad, del mal imperante en la naturaleza humana y otras giladas como esas, yo digo ¿no? ¿Qué nos pasa a los argentinos y argentinas, que aceptamos sin más reproche, que las mujeres sean abusadas en los medios públicos de transporte? ¡¡¿Qué nos ha pasado a los argentinos que dejamos que nos ultrajen y nos arrebaten nuestros derechos de ciudadanos (o inmigrantes, que son poseedores de los mismos derechos que todas las personas poseen)?!! ¡¡¡¿Qué nos pasa a los humanos que dejamos que por aquí y por allá, las mismas atrocidades de siempre se sigan cometiendo todos los días sin ningún signo de rebeldía, ni intento alguno de terminar con toda esta porquería?!!! Señores, pero por favor, no toquen a las damas que viajan en el Sarmiento o en el Urquiza (a menos que ellas se lo pidan). Un poco de respeto. Un poco de moral. ¡¡Y ustedes, damiselas que recorréis las noches porteñas y bonaerenses y cordobesas y rosarinas y tucumanas y marplatenses y sanrafaelinas, traten de vestirse menos provocadoras, por favor. A veces son irresistibles. A veces, los ojos cobran vida propia!!! ¡¡¡Aflojen un poco con las calzas tan ajustadas, o con las polleras voladas tan mambeantes, o con los mini-shorts tan minis!!! ¡¡¡Se vuelve insalubre la cuestión por momentos!!!



Recuperemos la moral. Recuperemos el respeto que se ha perdido. ¡¡Se ha perdido la cultura del trabajo!! ¡¡Se ha perdido la cultura de la esclavitud!! ¡¡¡Hoy los pobres ya no quieren trabajar más de doce horas!!! ¡¡¡Pero qué vergüenza!!! ¡¡¡Volvamos a los viejos tiempos!!! ¡¡¡A las gloriosas épocas en las que reinaba la paz y el facón!!! En los que uno podía transitar las calles sin miedo de que viniera un rati con un chumbo y lo obligara a tirarse al piso a saborear el pavimento. Seamos felices. Olvidemos las cosas feas. Cambiemos la mirada. Lo que pasa es que ponemos mal el foco. Tenemos que mirar ahí a donde nadie quiere que veamos y lograr descubrir justo en ese círculo negro que la luz no ilumina, y ver por fin quiénes son los que se favorecen con toda esta farsa. Quiénes son los que se prueban la ropa que vas a dejar.



Yira, yira, la joyita del día.

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