La Feria del libro Hippie

Estos viernes y sábado 14 y 15 de octubre fue la décimo octava Feria del libro hippie, realizada esta vez en la Facultad de Filosofía y Letras, en la calle Puan, entre los barrios de Parque Chacabuco y Caballito. Libros, hippies, cerveza, superhéroes y artesanías por doquier.

En un sector: personajes clownescos practican las clavas y las banderas.

Poco antes, los stands de comida naturista: tartas integrales, milanesas de berenjenas con queso, croquetas de acelga: todo bien marrón.

Las mujeres: pelo sucio y dreads, musculosa suelta, pantalones atados; los hombres: barbudos, sucios, peludos, sonrientes. Miro libros en un stand y el Rey Larva me da un poemario suyo “a voluntad”.

Olor a incienso, palosanto, tabaco, marihuana y a ese aliento tan particular de los que se toman unas birras para empezar el día.

Un sector vacío alberga el micrófono. Por allí pasan inmensos personajes que leen sus poesías. El primer anunciador anuncia:

“Algunos dicen que les preocupa la poca cantidad de gente que hay -escupe al piso, lamiendo y acariciando el micrófono con labios secos-, pero yo creo que hay que tener en cuenta algo muy claro: es viernes y todavía no son las seis de la tarde. Por lo cual, yo les quiero decir que la gente todavía no salió del trabajo. Digo, que es la misma gente que trabaja y que gana un sueldo y que es la misma gente que compra cosas. No como nosotros, jejjej.

Y se echa al piso a reir cual lunático y lisérgico alcohólico.

Cabe destacar el gran movimiento editorial hippie y no hippie. De los autores más destacados, están el joven poeta Sebastián Kirzner, que da vueltas con su remera “Romina Yan 2, guerrera intergaláctica”. Me recomienda su última novela Risperidona.

Un stand sostiene Cumbiagei, libro de caricaturas. Pibes cumbieros mostrando sus pijas y chupando las pijas ajenas. Cerca de este stand estaba Natty Menstrual. Pins, remeras, cerveza. Miel, chicos correteando, cuadernos y energía.

No falta la editorial Eloísa cartonera, un sello reconocido y distinguido dentro del movimiento. Allí están todos los poetas independientes de hoy, que se reúnen una vez por mes en el Jam de poesía oral. La Flih refulgió a al sol y vibró con el ritmo de las bandas de rock y folklore.

Compré 5 libros. Unas crónicas de Alfredo Zitarrosa, La novela El asunto, de Pablo Strucchi, editorial Libros al alcance de todos, la novela Nadie para nadie de Diego Arbit, y Risperidona de Sebakis. Espero poder escribir algo sobre ellas (las novelas) en los próximos meses. Me regalaron uno mas no diré cuál.

El mural trosko-kirchnerista de Puan






El kirchnerismo suma nuevos adeptos

Así es, el kirchnerismo suma día a día nuevos adeptos. Ya es común ir caminando por la calle, con la despreocupación de quien sale del sauna, del gimnasio, o de jugar al fútbol, y toparse con aquel amigo o amiga que no veía hace algunos años, y, después de una charla, escuchar algún comentario como "estamos todos con Cristina" o "el kirchnerismo ha cambiado el país" o "hay que profundizar el modelo". Esto no parece ser algo malo. Si el movimiento está haciendo las cosas bien, no es raro que sume día a día nuevos adeptos. Gente honesta que cree haber abierto los ojos y visto, finalmente, destrás de toda esa neblina mediática y monopólica, detrás de toda esa red de mentiras y chicanas, un gobierno saludable que hace las cosas bien.
Una razón para volver a confiar en la política, que tan masacrada había quedado después de la crisis del 2001. Uno empieza a ver ese logotipo de Argentina corte escarapela, y empieza a ver los stickers que dicen "Aquí también la Nación crece", y empieza a ver las consignas escritas en las paredes que dicen "Néstor no murió" o "Fuerza Cristina", consignas que le causan una sensación de orgullo, que le hacen inflar el pecho y pensar "qué bien que estamos volviendo a los buenos años, a los gloriosos años del peronismo, volvemos a recuperar la igualdad, el fifty-fifty. Como clase media podemos comprarnos electrodomésticos, notebooks, netbooks, macbooks, blackberrys, autos, motos, heladeras, microondas;

nuestros salarios suben seguido al igual que la inflación, que existe pero no nos complica la vida. Las clases bajas tienen los planes sociales; la ANSES las ayuda con la asignación universal, tan bien conseguida por Cristina. Todos los días se abren nuevas escuelas, se construyen nuevos puentes, centrales nucleares, represas, escuelas, se urbanizan las villas, se protege a los trabajadores. Y las clases altas están mejor que nunca.
Los empresarios andan contentos por ahí aplaudiendo los discursos de Nuestra Presidenta. Los gorilas no saben qué hacer, porque cada vez que miran las encuestas, éstas les demuestran que están equivocados, que el pueblo no tiene un pelo de gil; que por más que los diarios publiquen noticias alarmantes, que la inflación asfixia y restringe la capacidad de consumo de la clase media, y las clases en estado de emergencia, y sobrepasa la canasta básica;

que las relaciones con Estados Unidos están tan mal y Obama no viene a visitarnos ni la saluda a Cristina, y que el índice de corrupción es uno de los más altos del mundo porque están De Vido, que Moreno es un patotero, que la inseguridad no nos deja vivir en paz ¿quedó claro?, que Moyano hace lo que quiere y tiene tremendo poder, o las críticas de izquierda, la burocracia sindical, que no deja nada para los gremios no alineados, que las instituciones están en su peor momento, que hay que recuperar los trenes, que hay que controlar el petróleo y poner más restricciones a la minería, que el gobierno pacta con los empresarios y los políticos del menemismo.


Nada de eso importa, son manotazos de ahogado. Estamos primeros en materia de derechos humanos, castigando a todos los milicos que hicieron desaparecer a los militantes que luchaban por un país mejor, siguiendo el Plan Cóndor. Y la economía marcha, las inversiones llegan, a pesar de los informes de las consultoras privadas, que trabajan con intereses internacionales. Nos reímos del FMI, que tanto mal nos hizo y le mostramos el ojete.

Vamos Cristina. Néstor se murió para que todos nosotros nos salvemos. No le importó su propia salud, sólo pelear por el pueblo. Un hombre con una perspectiva increíble, que miraba al continente presidiendo la Unasur, y al mismo tiempo al conurbano bonaerense presidiendo el PJ. Este modelo necesita apoyo, y más apoyo. ¡Y el bicentenario! Qué espectáculo. Qué demostración de grandeza. Así dan ganas de ser argentinos.

Al comentar esto a alguien es común que la respuesta sea: "Sí, vi; por ejemplo yo". Porque al fin y al cabo están haciendo las cosas bien. Después del conflicto contra el campo, o mejor dicho contra los oligarcas que protestaban porque querían todavía más, y después de la Ley de Medios Audiovisuales, te das cuenta de que las propuestas van a favor del pueblo y contra los grandes monopolios como Clarín que crecieron gracias a transas, o la fábrica Ledesma, o el grupo Rocca, todos empresarios a los que el gobierno no les dio la mínima cabida. Porque este gobierno, nacional y popular, está con el pueblo. Como Perón.

Porque este gobierno no carga con un muerto encima. ¿presos políticos? Dejame de joder; son troskos idealistas, que piensan que rompiendo las cosas, rompiendo las vidriedras de los bancos van a lograr algo más que crear disturbios en la vía pública. ¿Gatillo fácil? Y bueh, la policía es la policía. Por algo está la Garré ocupándose de la corrupción de la Federal. La bonaerense es cuaestión de la provincia. Que de esos se encargue Scioli, que para eso está. ¿Luciano Arruga? No lo conozco. ¿Julio López? ¿Qué le vamos a hacer? Los milicos todavía tienen poder. Tampoco vamos a hacer desaparecer a las fuerzas armadas. ¿Los bolivianos muertos del Indoamericano? Eso es culpa de Macri y de las patotas de Duhalde. Si nosotros esperamos su plan de vivienda
con la financiación en mano y nunca lo presentó.

Así van las cosas en la Argentina hoy en día. El kirchnerismo suma nuevos adeptos mientras que la oposición trata, sin éxito alguno, ser algo.

X-Men primera generación: fiesta psico-freak

X-Men First class cae en una de esas leyes artísticas, inevitables a las ficciones exitosas. Quienes hayan tenido la pesada carga de leer en la secundaria el Poema del Mío Cid, o al menos para los que vivan cerca de su monumento en el centro geográfico de la ciudad, seguramente se sorprenderán al enterarse de que silgos más tarde del éxito del poema que cuenta las hazañas del Cid campeador, se publicaron Las mocedades de Rodrigo, cantar de gesta castellano que cuenta lo que hacía el Cid de pendejo, como por ejemplo, matar al padre de la doncella Jimena y luego casarse con ella, después de matar a millones de moriscos, o iniciar una guerra entre la Castilla y la Francia medievales. Los de la generación que hoy rondan los veinte y treinta, conocen esta ley de la ficcionalización del origen o la juventud del héroe, mediante dibujos animados como el joven Scooby-doo, los jóvenes Tom y Jerry, trilogías cinematográficas como Star Wars episodios I, II y III, o series televisivas como Smallville. Esto es, la necesidad tanto de seguir llenando los bolsillos con una misma idea, así como la de explicar cómo llegaron las cosas a estar como estaban la inicio de la primera película de la saga.

Pero este film, además de explicar cómo comenzó todo, entre esos dos mutantes, que son Magnetto (el del casco, por Michael Fassbender, el mismo actor que hizo de cuchillero alemán degüella nazis en la obra maestra de Tarantino ) y el Profesor X (el de la silla de ruedas, por James McAvoy, el pibe que hace de joven doctor en esta perfecta crónica de una dictadura africana), se inmiscuye atrevidamente en la historia mundial, instalándose en los años más crudos de la Guerra Fría. Por eso hay escenas que nos recuerdan el ácido y desesperado humor del explosivo científico loco de Kubrik. Y por eso retrata tan bien la personalidad yanqui: primero contra los Nazis, después con los Nazis, contra los soviéticos, ¿y luego? ¿todos juntos contra los mutantes?

El Profesor X, que de joven se llama Charles Xavier, es un exitoso universitario investigador de la evolución genética. Junto con el joven Magnetto, llamdo Eric Lehnsherr, un hombre resentido que logró evitar el campo de concentración nazi y que vio morir a su madre en manos de uno de los capitanes alemanes, comienzan a reclutar los mutantes americanos para ayudar a la CIA en lo que parece ser una maniobra inminente de los rusos para instalar bombas nucleares en Cuba. Ahora, ¿qué pasará después de la ayuda de los "freakis" (como a veces los llaman para su sufrimiento)? ¿Qué harán ellos? ¿Integrarse en la sociedad que los denueda así como los homo sapiens se instalaron en la de los homo erectus?

La problemática tan recurrente en esta trilogía -la xenofobia- aparece más viva que nunca, por momentos relegada solo a la estética (Emma Frost es una chica que nunca se sintió "normal" por ser toda azul y tener escamas, y eso que nunca fue a una secundaria estatal), y por momentos dibujando la pregunta que todos nos hacemos una o dos veces por mes: ¿somos los seres humanos buenos o malos? ¿Podemos vivir en un mundo, aceptando a nuestros semejantes que a veces son tan diferentes a nosotros? ¿O deberemos eliminarlos de nuestra realidad? ¿Por qué los mutantes solo aparecen en Los Estados Unidos de América? ¿Es el Diego uno de estos X-Men? La lengua argentina así lo cree.
Por lo demás, la película está bien. Nada muy alejado de lo que veníamos viendo en las anteriores. Algunos cuantos chistes predecibles, algunas explicaciones sobre por qué existe esa bestia azul que hace de diplomático, por qué hay tanto odio en el alma de Magnetto, algunas explosiones, un pifie tragicómico para los que sí sabemos dónde queda Villa Gesell, una breve e irónica apárición de Wolverine, algunos combates sangrientos llenos de efectos especiales, y por momentos, el mejor clima de los psicodélicos años locos que fueron los sesentas, cuando Los Beatles competían contra los Rolling Stones, Keneddy se peleaba por el teléfono con el presidente de la URRS, y las minifaldas se volvían la prenda más usada.

Por lo tanto, la Lengua argentina recomienda ver esta película mientras se degusta un buen tarro de pochoclo, se piensa en qué se va a hacer el fin de semana, se sienta bien cómodo en el sillón y se prepara, en caso de tener un poco de sueño, para dormir una linda siesta llena de sonidos extraordinarios en dolby surround 5.1.

Garganta profunda

A mis manos llegó, así como por arte de magia, una revista cuyo metonímico nombre alude a un grito inmortal. Es una de esas publicaciones que juegan por lo bajo, que se venden sólo en algunos quioscos de la ciudad, en ciertas librerías o bares del centro, o se reparten en aulas de facultades, pero que pegan fuerte en lo alto de la situación periodística nacional. Una de estas revistas que ya desde el diseño dan a entender que las cosas se construyen y se sostienen desde abajo, y que siempre se puede sorprender y dar vuelta las cosas. Realizada por uno de aquellos grupos editoriales que toman medidas siempre desde lo profundo del corazón, y dan que hablar a quienes monopolizan la palabra día a día, con su maquinaria multimediática e hiper repetidora. Al igual que todas esas cosas leíbles, que me llegan a las manos por arte de magia, no pude evitar leerla desde el inicio de su primera página hasta el final de su última.

La edición del mes de mayo de 2011, la que tenía en mis manos, tiene en tapa y en contratapa a la Mona Jimenéz. Al frente, el cordobés muestra su garganta en un grito simliar al de la editorial que lo publica, mientras que al final, la Mona se cola -o se cuela, para ser correctos- en la Gioconda de Leonardo.

Digo para ser correctos, porque esta revista no es correcta, y ese es el orgullo de todos los que la hacen y la leen. La Garganta Poderosa es incorrecta política y periodísticamente porque nace de una realidad muchísimo más incorrecta que ella. Se pone a la vanguardia de la difusión alternativa y desde allí difunde la acción verdadera, que es la acción de los vecinos de los barrios marginales de la Ciudad de Buenos Aires y de toda Latinoamérica.


Una lectura de sus realizadores daría alguna pista de su voluntad eterna: los redactores, Claudio Kiki Savanz y Ayelén Toledo (a quienes conoceremos próximamente), los colaboradores Miguel Sánchez, Julio Cortázar, Roberto Santoro, el Padre Mujica y Luciano Arruga, y Rodolfo Walsh como su redactor jefe.

La hojeamos un rato y vemos a la Brujita Verón queriéndose comer una página, a algunos trabajadores de barrio sonriendo para la cámara, a la Mona, al payaso cordobés Piñón fijo, a los polémicos hijos de la noble Ernestina. Saltamos a la página del medio y vemos una foto a doble carilla. ¡Con ustedes, uno de los torturadores más famosos del país! Luis Abelardo Patti, con el uniforme con el que todos amamos verlo. El titulado es "La fiesta de todos II". De fondo, el Monumental del 78. Pero volvamos al comienzo, para entender mejor de qué se trata esto.

Cuesta derribar la costumbre. Buscamos el título, y al no encontrarlo, leemos el cintillo que encabeza la página: "emociona ver a Liliana Galarza, empujando su carro, a los 51 años, por la villa 21-24. No lleva cartones, lleva el sustento de sus 11 hijos".

Empezamos a leer la masa textual, una suerte de editorial-manifiesto de la garganta que se autodenomina La Poderosa, hasta llegar al final de la primera columna, donde nos topamos con la volanta y el título. Ahí estaba el guacho. En esta revista, los títulos están en la base. Estas notas crecen desde el pie, como diría Zitarrosa. Terminamos de leer la apertura y entendemos que esta garganta gigante se compone por "anónimos todos", "cada día más negros", quienes durante 7 años alumbraron "con trabajo comunitario y financiero genuino infinitos espacios de educación popular, cooperativas, talleres y asambleas autónomas". La escuchamos gritar el gatillo fácil, o el "SAME que jamás se llevó a Humberto y Pascual". La escuchamos reirse de periodistas e intelectuales como Morales Solá o Beatriz Sarlo, que hablan sin saber de qué. Escuchamos su necesidad de saber cómo se llaman "Felipe" y "Marcela". La vemos agradecerle al Victor Hugo uruguayo y a su compatriota Galeano, al periodista de la voz grave Eduardo Aliverti, al pelado de los stand-ups Sebatián Wainraich, a Daniel Tognetti, cuya pasada por el noticiero C5N terminó cuando manifestó su admiración por Fidel, y a la radio alternativa La Tribu, por hablar de ellos con fundamentos; esto es, simplemente y como cualquier periodista sabe, informándose antes, con aventurera curiosidad.

Por momentos, mientras la leía, llegué a pensar que era una de esas publicaciones kirchneristas, como las que últimamente están saliendo a la calle, o se reparten gratis a la entrada del subte. Pero no lo es. Me di cuenta de esto al observar, en sus márgenes, las caritas de los reprimidos por la burocracia y por la policía, Mariano Ferreyra y Carlos Fuentealba, dos íconos de las luchas sociales que no pudo apropiarse el movimiento que hoy gobierna la Argentina, cada vez con más consenso y hegemonía.

Varios gritos da la garganta. Están los gritos del pueblo, que aprovecha estas páginas para difundir sus acciones: notas como la de Cirilo, el fotógrafo del barrio Fátima, en Villa Soldati, que cuenta la resistencia de su barrio durante la dictadura. O gritos como el de la villa Rodrigo Bueno, en Costanera Sur, que le ganó un juicio al gobierno porteño, e impidió "la amenaza pro de ceder nuestras tierras para los negocios inmobiliarios de los Rodríguez Larreta", y que hará que Maurizio -como escribe Verbitsky-, en vez de enviar las topadoras del desalojo, deberá "presupuestar viviendas, porque otra vez el poder empresarial ha perdido la batalla contra el poder popular".

Gritos como los de los presos, que tienen su oportunidad de saludar a sus viejas o a los muchachos y, de paso, dejar un consejo para que los que están afuera no permitan que el sistema los encierre a ellos también".

Por otro lado están las entrevistas a famosos, como al rey del cuarteto que cuenta que un milico lo perdonó en la dictadura cuando lo iban a desaparecer, o de su origen humilde; o a la brujita pincharrata que dejó la comodidad y el lujo inglés, para sacar campeón de América al club de sus orígenes; o a Pablo Marchetti, director de la revista Barcelona, haciéndose cientas de preguntas sobre la actualidad de los medios de comunicación.

Y me dije: esta es una revista que no apuesta a la rutina ni a la convención. Que a cada paso, despliega nuevas formas de entrevista, como el doble discurso interior entre el joven redactor "Kiki" y Piñón Fijo, o el color humorístico que tira aquel pibe sobre las páginas finales. Esta revista sabe lo que hace. Porque si a todos los entrevistados les hacen una en pregunta común, es porque esta es de las preguntas que realmente importan, como la explicación de la Brujita sobre su tatuaje del Che Guevara, o el porqué de su pelada, o a la Mona Jiménez, quejándose de que los colectivos no paran en su barrio a las 10 de la noche.

Porque esta revista canta junto al pueblo, y no lo mira desde atrás, y no se olvida de las causas de la pobreza ni olvida a los responsables de que las cosas estén como están. Y cuando la garganta grita por los responsables, no se queda sólo en los que llevaron a cabo la acción, sino que señala a quienes se encargaron de ocultar lo que se llevaba a cabo desde el monstruo del estado, cuando su deber era informarlo. Por eso, por los alrededores de la Casa Rosada, esa mañana del 25 de marzo, amanecieron los afiches que acusaban a Mirtha Legrand, a Gelblung, o a Mariano Grondona, bajo la consigna de ¡Yo no me olvido! Por eso dan que hablar. Y por eso seguirán gritando desde las bases, lo que tenemos que hacer para lograr la igualdad y la integración.

http://lapoderosa.org.ar/

Música para mujeres

La lengua argentina respeta y ve con gran alegría el uso de los canastos en las bicicletas, y afirma de una vez por todas que este artículo de multiples e inimaginbles usos, no es "para mujeres". Ni es de mujer usarlos. El hecho de que asociemos el canasto con las mujeres es un hecho cultural que debemos cambiar y suprimir. Todo ciclista, masculino o femenino, debe transportar cosas; el uso de la llamada "canastita para la bici" resulta equivalente para cualquiera de los sexos, sin preferencias por uno u otro, ni mayorías o minorías de uso. Este artefacto, por lo tanto, no puede encasillarse como un objeto comercial con un target bien definido -así como las tiritas rosas del manubrio se dirigen al público femenino de entre dos y siete años; las rueditas, para la misma edad; el timbre, para los melacónlicos; las calcomanías de los stones, para los rolingas y el casco, para los precavidos. Basta una corta caminata por las calles del centro porteño, a las ocho horas y media de la mañana, cuando el sol araña con sus rayos las torres de Puerto Madero, para ver centenas de bicicletas con gigantescos canastos que transportan el pan del día hacia las miles de oficinas que conforman el Estado nacional y su inabarcable maquinaria.

La lengua argentina por lo tanto defiende el uso de "la canastita en la bici" y decreta que no es de mujer usarla, mucho menos cuando ésta tenga un cartel que diga:

aguante el rock and roll manga de giles

Pero este tema tan polémico en la sociedad actual hace pensar en la esencia verdadera de las cosas que sí son sólo para mujeres. Cuáles son esas actitudes, manías y preferencias que hacen a la mayoría de un sexo y no del otro. Cuáles son las características que diferencian, por ejemplo, un negocio de ropa de uno y de otro sexo, o una publicidad de desodorante femenino de una de masculino. Por ejemplo, ¿qué mujer usa corbata hoy en día? Pocas. ¿Qué hombre usa pollera, que no sea escocés? Los transexuales (si es que podemos considerarlas hombres). La cuestión es más que compleja y las preguntas de tan gran trascendencia que se hacen aquí como por al azar, no tienen ni tendrán nunca respuesta.

Lo que sí tiene respuesta, y casi siempre suele ser la misma, cada vez que un varón le pregunta a otro si ya escuchó a cierta banda que en estos últimos años se ha hecho famosa en el ámbito nacional, o si aprecia a ciertos solistas que ya llevan alguna trayectoria de carrera y ha ganado algunos premios y vendido unos cuantos discos, la repuesta pocas veces se diferencia a esta:

-Eso es música para mujeres.

¿Por qué? Nadie puede explicarlo con palabras. Música que les gusta a las mujeres y punto. Música que a los hombres generalmente les da lo mismo; ni les gusta demasiado ni les disgusta. No comprarían sus discos, salvo para hacerle un regalo a alguna novia, hermana, madre, hija, tía, prima o amiga. Eso sí, están al tanto de estos ritmos, porque es la música que escuchan las mujeres, y a los hombres -como bien se sabe en todo el mundo- si hay algo que intentan hacer todo el tiempo, es -justamente- estar con mujeres. Pero la música les da lo mismo.

Pizza al corte

Una novedad lingüística, surgida desde las clases más populares del país, es decir, el pueblo peronista, es el uso del "corte". Se usa, en ciertas ocasiones, para introducir un ejemplo, corte, el tránsito te pudre, no aguanto la ciudad, cada día me rompe más las pelotas, corte, el otro día me quedé en el medio de una batalla de bocinas entre bondis, taxis y autos y viejas locas que gritaban. También se lo usa para introducir comparaciones, corte, estoy saliendo con una guachita linda, corte, Celeste Cid. También se usa para introducir adjetivos precisos, corte, me compré unas altas zapatillas, corte, re piolas. Ya se está convirtiendo una "muletilla", corte, una partícula lingüística coloquial innecesaria, totalmente desprovista de significado, corte, que surge casi inconscientemente por la costumbre del uso, corte, me gusta comer, corte, un pancho corte con mostaza, corte.

Ahora, si el "corte" es una novedad oculta, es porque no se lo suele escuchar en medios como la televisión o la radio. Distinto es el caso de "tipo" o "tipo que". En principio es similar al "corte": ambos son novedades surgidas en la última década, sus significados son análogos, así como sus usos y aplicaciones. Lo único que diferencia al "corte" del "tipo" o "tipo que" es, corte, su extracto social. Corte, el "corte" lo usaría un pibe del bajo flores, mientras que el "tipo que" lo usaría una chetita de Zona Norte del conurbano, tipo, en oraciones corte tipo que esto es re grasa, o, me compré un vestido tipo strapless re bueno, boló, o, el boliche que fuimos la semana pasada, tipo que no me gustó para na, mucha grasa, muchos negros.

El "corte" ya se está difundiendo por todo el país. Viaja a velocidades inimaginables. Ya se lo menciona en Jujuy. Se lo dice accidentalmente en Bolivia. En Brasil se lo usa, aunque más bien con la forma "cojchi".

El "tipo que" hace furor en San Isidro, Belgrano, Palermo, y más ultimamente en Caballito se usa a diario y por doquier.

La clase intelectual, por el contrario, usa expresiones como "por ejemplo", "verbigracia", "es decir", "mismo que", y lo hace detrás de sus anteojos y levantando el índice de la mano derecha, como para dar cuenta de que lo que se dice es importante.

Pero pasemos a lo más importante:

La pizza al corte es un fenómeno que no por nuevo, cada vez pega más en la sociedad porteña. Es, fue y será costumbre pasar caminando por una avenida corte Corrientes y ver, por el cristal, individuos comiendo pizza de dorapas, corte como si mientras la masticaran, esperasen el bondi. Algunos de saco y maletín, contestan mensajes en sus celulares. Otros, corte de jean y camisa, leen el Clarín. Otros, con pantalones de algodón, camperas deportivas y gorra con visera, miran por la ventana. Los pizzeros, tras el mostrador, corte con sus delantales y sombreritos blancos corte guardapolvo escolar, y el facón en la diestra, esperan los tickets para dar sus hachazos, cortar un par de porciones, meterlas en el horno corte gigante que hace sudar sus espaldas y, "¿qué tomás pa?", preguntan al cliente. "¿Qué puede ser?", "Coca o cerveza", "dame un chopp", dice el flaco corte muerto de hambre y después de recibir las porciones, se agarra los cubiertos, la birra y a la tabla a disfrutar de ese queso tan bien derretido y el ajo en pedazos tan grandes.

Sin dudas, no sólo es el delicioso gusto de la pizza, su queso burbujeante, su tuco sugerente y su orégano aromático lo que hacen de estas pizzerías un éxito. Es, más bien, su servicio de pizza al corte, es decir, la posibilidad de disfrutar cada porción, ya sea muzza, napo, fugazzeta, fugazza rellena, jamón y morrones, o espinaca, parados corte en dos patas, firmes y mirando siempre al frente. Es la poesía del lugar, tan tanguero y porteño. En cada barrio la pizza al corte tiene un nombre distinto: por Congreso, La Continental, por Diagonal Norte, Las Cuartetas, por el Obelisco, Güerrín, por Chacarita, La Imperial, por Córdoba y Juan B. Justo, Angelín, por Belgrano, Burgios, por Boedo, San Antonio, por Liniers, El Fortín, por San Telmo, Pirilo, por Villa Crespo, Angelito y por Plaza Italia, pizzería que últimamente se está multiplicando y convirtiendo en cadena -al igual que las panquequerías de Carlitos-, la gran Kentucky. Y si se tiene necesidad de algo más económico, aunque no por eso menos delicioso, por todas partes están Ugi's, la Fábrica de pizzas o Zappi, y sus respectivas imitaciones baratas.

Eh guacho!!

El que dice "eh amigo", se pone como un igual, un compinche del receptor, es por eso que cuando un desconocido quiere hacer una petición, una pequeña colaboración pecuniaria, lo dice de esta forma: "Eh amigo, ¿no te copás con una monedita para la birra?" Parecería que esta forma de apelar es nueva, pero la verdad es que ya el mismo Gardel, antes de entonar Quevachacé, batía: "eh amigo, sáquese ese berretín".



También tenemos el che boludo/a en Buenos Aires, el che negro culiao/a en Córdoba, el Gurí en Misiones, el huevón (cuya fonética es "uon") en Chile, el parcero, en Colombia, el chicu en Cuba y Puerto Rico, el buey ("uei") en México.

Decir eh guacho ya es distinto. Es posible que después de llamar eh guacho a cualquier desconocido que camina por una estación de tren en la noche, y pide un pucho porque está seco de guita, este ultimo, es decir, quien ha sido llamado eh guacho, reaccione quedándose en silencio unos minutos, y despues diga: "¡¡¿me dijo guacho? ¿me dijo guacho?¿Qué le pasa a ese gil?!!", con las venas del cuello hinchándoseles, la dentadura apretada, los ojos saltones.

Otros casos similares son el de "capo" y el de "pa". ¿Qué te sirvo pa? pregunta un pibe que vende empanadas en una rotisería de San Telmo.
Una rosarina linda, en cualquier boliche marplatense le contestará, "soy de Rosario, capo", a cualquier flaco que se la este chamuyando. Hoy como en tiempos de altos tangos sigue siendo el

"el piropo una industria nacional,
florida y sentimental",

como dijera Leopoldo Díaz Vélez.


El apelativo "che negro" es amplio. Decir negro o negra abarca a africanos/as, mestizos/as, mulatos/as, turcos/as, árabes, indios/as, españoles/as, italinos/as y hasta caucásicos que vuelven de sus vacaciones.

Situaciones semejantes son las de "disculpá flaco/a", que se usa en un espectro de personas cuya contextura física va desde la escualidez hasta la obesidad máxima, por lo cual dicho adjetivo (flaco/a) resulta siendo arbitrario, pero sin duda es de lo más usado hoy día para llamar al desconocido.

Distinto es el caso de "rubia", apelativo que se usa para referirse a una mina o a un transexual (que también es una mina pero por decisión propia) que pasa por la vereda, y que casi siempre va acompañado de un piropo, con la fórmula sintáctica de apelativo, objeto indirecto--> verbo, artículo--> sustantivo (puede funcionar como objeto directo, o circunstancial de instrumento)-->adjetivo, por ejemplo: "rubia, te como el pavito entero", o, con menor nivel de grosería, "rubia, te lleno de besos dulces". Lo mismo con morocha. Otro piropo muy válido es la petición de matrimonio: morocha, me caso con vos.

Pero sin duda, es el más eficiente en materia de calidez, el uso de "hermano" o "brother", que pedimos prestados a quienes justamente no son nuestros hermanos, es decir, los yanquis. Decir man, o en algunos casos "dude" (dtud) (como lo es El gran Levowsky de los hermanos Coen) también es un préstamo imperial.

Y lo mejor para el final. Ganador indiscutible del premio apelativo de oro es "loco/a". Usado en incontables ocasiones, el "loco/a" se convirtió en la forma más común de denominar al semejante: "uy, loco/a, qué flash".

De yapa, Tita entona La milonga y Yo.





Palabras serias que suenan graciosas

En su edición pasada, la sarcástica revista Barcelona tituló: ¡A cojer que se acaba el mundo!, lo cual, en opinión de este humilde blog, constituye un grave error de ortografía, puesto que la palabra cojer, que en la lengua argentina quiere decir fornicar, es decir, mantener relaciones sexuales, es decir, reproducirse, es decir, garchar, o echarse un polvito en una noche de primavera, viene del español coger cuyo sinónimo es agarrar o tomar, pero como esto a nadie le importa, es decir, a todos les chupa un huevo, y como la revista Barcelona es una revista de una calidad y creatividad bestiales, vamos a dejar esto de lado para hablar de ciertas situaciones sociales que nos suceden día a día.


Es toda una situación incómoda pronunciarlas, especialmente porque puede que se esté acostumbrado a escucharlas, y es imposible que cuando se las escuche, las neuronas, que tienen tantas conexiones entre sí, no las relacionen con lo que éstas quieren decir si se las divide por la mitad o si se las separa en unidades menores, plenas de sentido cada una de ellas, por lo tanto, cuando se las pronuncia, sin haber antes pensado que podían sonar de esa forma, ni que podían evocar en las mentes de los y las escuchas las imágenes que inintencionalemente presentan, siempre se siente un poco de vergüenza, se colorean los cachetes, y un breve sentimiento de arrepentimiento asoma por los pensamientos de quien las menciona. Y también es una situación más que incómoda, y totalmente inevitable, cuando se las escucha y, en el mejor de los casos, una pequeña diagonal se figura en el labio, como si se tuviera un siete de espadas o de oro, y en el peor, la carcajada invade el invade el cuerpo, lo cual descontenta al resto de las personas que participan de la charla.

Por ejemplo, ¿quién no tuvo que contener las risas cuando algún pseudointelectualoide hablaba de un movimiento de gran envergadura?. Y sí, lamentable y cómicamente, la expresión evoca ese órgano en ese estado en particular, lo cual resulta muy proclive a chistes de mal gusto o a una invitación osada.

Para volver a lo que nos compete, es todo un caso, puesto que antes, digamos unos diez años atrás, esta expresión podía usarse sin pensarse conexión alguna con ninguna acción, mientras que hoy, sin lugar a dudas, lo que nos compete suele traer a escena, o a colación, la acción oral que tantos videos no oficiales que circulan por la interné retratan de tantas actrices y modelos y gatos (es decir, acompañantes vip).

Otro caso polémico tiene justamente que ver con las controversias, con las peleas, con las disputas. Este último sustantivo que significa enfrentamiento o discusión, suele recordarnos cierto trabajo, que hay quienes dicen que es el más antiguo del mundo.

Recoger es un verbo que cada vez se usa menos y que también ilustra el tipo de expresiones de las que este post habla. Y es que, cada tanto, se lo menciona al hablar de la recolección de objetos, y se lo ha usado como chiste-piropo con connotaciones sexuales, por ejemplo, cuando uno propone algo como: ¿Querés jugar a la basurita? y ante el desconocimiento de dicho ejercicio lúdico y ante la pregunta: ¿cómo se juega?, la respuesta es picaresca: vos te tirás al piso y yo te recojo. Otro caso ilustrativo: acoger, que quiere decir dar hospedaje, aunque también quiere decir ¡a coger!.

Finalmente, el gran cantautor popular Ricardo Arjona, con su tono sentimental y melódico, ha notado que un sustantivo puede ofrecer un juego de palabras que, ante las miradas indignadas de los paquetes y paquetas que tanto se preocupan por el qué dirán, propone asociar dicho sustantivo con lo que sus primeras seis letras significan, si se las despoja del resto de la palabra, es decir la reputación.

Y sí, todas tienen connotaciones sexuales, puesto que la investigación para este post (tan importante para el análisis lingüístico del habla rioplatense), no ha sido exhaustiva, sino que se limitó a la espera del uso de dichas frases y expresiones, en charlas cotidianas. Si a alguien se le ocurre alguna otra, se agradecerá la colaboración.




¡Pero qué hidepú!

"De toque", "al toque" y "señor, no me toque"

El pasado 27 de marzo, se cumplieron 110 años del nacimiento de Enrique Santos Discepolo. Por eso, este post que poco y nada tiene que ver con su vida, su obra y su gloria, va dedicado a su memoria.

Algo rápido es algo de toque. Por ejemplo, para decir que alguien eyaculó precozmente, podemos decir que eyaculó de toque; o para decir que alguien comió muy rápido: que lastró de toque, o -rememorando viejos tiempos- que manyó de toque, que morfó de toque y, hoy día, por algunos lados se oye que alguien papeó de toque. Para decir que la pizza que pedimos por teléfono llegó rápido, decimos que la pizza llegó de toque, y cuando nos apuran en el teléfono, contestamos que en un toque salimos para allá.

Al toque, en cambio, es algo fácil. Algo directo. Algo para lo que no tenemos que estirar mucho el brazo, o caminar o manejar, o gatear en el caso de los más chiquitos, muchas cuadras. Por ejemplo:

-¿Dónde quedaba esa parrilla que siempre nos decís que vayamos?, dice alguien arqueando la ceja izquierda.

-Dónde quedaba, no. Se dice: ¿dónde queda?. No se incendió la parrilla, ni se mudaron las achuras. Sigue estando donde estaba, acá al toque, a dos cuadras.

O por ejemplo: ¿te va a costar mucho traerme las reposeras que te presté el verano pasado para ir a San Marcos? No, te las traigo al toque.

Como si por arte de magia sucedieran estas cosas. Y hablando de magia, ¿no es verdad que todo lo que hacemos hoy nos parece que lo hacemos por arte de magia?

Y hablando de toques y hechiceros, y en un tono melodramático, como cuando miramos una noticia en la televisión, y nos quejamos del estado de las cosas, de las personas, de la sociedad, del mal imperante en la naturaleza humana y otras giladas como esas, yo digo ¿no? ¿Qué nos pasa a los argentinos y argentinas, que aceptamos sin más reproche, que las mujeres sean abusadas en los medios públicos de transporte? ¡¡¿Qué nos ha pasado a los argentinos que dejamos que nos ultrajen y nos arrebaten nuestros derechos de ciudadanos (o inmigrantes, que son poseedores de los mismos derechos que todas las personas poseen)?!! ¡¡¡¿Qué nos pasa a los humanos que dejamos que por aquí y por allá, las mismas atrocidades de siempre se sigan cometiendo todos los días sin ningún signo de rebeldía, ni intento alguno de terminar con toda esta porquería?!!! Señores, pero por favor, no toquen a las damas que viajan en el Sarmiento o en el Urquiza (a menos que ellas se lo pidan). Un poco de respeto. Un poco de moral. ¡¡Y ustedes, damiselas que recorréis las noches porteñas y bonaerenses y cordobesas y rosarinas y tucumanas y marplatenses y sanrafaelinas, traten de vestirse menos provocadoras, por favor. A veces son irresistibles. A veces, los ojos cobran vida propia!!! ¡¡¡Aflojen un poco con las calzas tan ajustadas, o con las polleras voladas tan mambeantes, o con los mini-shorts tan minis!!! ¡¡¡Se vuelve insalubre la cuestión por momentos!!!



Recuperemos la moral. Recuperemos el respeto que se ha perdido. ¡¡Se ha perdido la cultura del trabajo!! ¡¡Se ha perdido la cultura de la esclavitud!! ¡¡¡Hoy los pobres ya no quieren trabajar más de doce horas!!! ¡¡¡Pero qué vergüenza!!! ¡¡¡Volvamos a los viejos tiempos!!! ¡¡¡A las gloriosas épocas en las que reinaba la paz y el facón!!! En los que uno podía transitar las calles sin miedo de que viniera un rati con un chumbo y lo obligara a tirarse al piso a saborear el pavimento. Seamos felices. Olvidemos las cosas feas. Cambiemos la mirada. Lo que pasa es que ponemos mal el foco. Tenemos que mirar ahí a donde nadie quiere que veamos y lograr descubrir justo en ese círculo negro que la luz no ilumina, y ver por fin quiénes son los que se favorecen con toda esta farsa. Quiénes son los que se prueban la ropa que vas a dejar.



Yira, yira, la joyita del día.

La afortunada e inevitable muerte de Usted

Sobre el título de este post, "no se dice muerte de usted; es muerte suya", me diría la Negra de estar acá, que siempre le gustó corregir a los demás, tenga o no razón, pero con quien nunca es tarde ni temprano para mantener una interminable e inservible discusión acerca de los usos de la lengua. Una vez me corrigió: "No es brasileros, es brasileños; brasileros no existe y si alguien dice brasileros, está mal dicho y es un pelotudo". Sólo con la consulta al mataburros de bolsillo, que nunca falta en la mochila, la hice entrar en razón. Mataburros no es algo para matar burros; es el diccionario.

Sin embargo, de lo que trata realmente este post, es del uso de la deferencia (no, no diferencia, ni la differance derridiana, ni que ocho cuartos), es del caduco uso del usted. Hoy los jóvenes argentinos y no tanto, al menos en la mayor parte del país (exceptuando algunos sectores de las provincias del Norte) lo usan sólo para cuando hablan con los mayores (de 80 años). Ellos, sin embargo (los ancianos) lo usan bastante más y esto es señal de que poco a poco va dejándose de lado, para integrar parte de la historia de una lengua. En cuanto al continente, es verdad, los jóvenes lo usan en Colombia, Perú, Brasil, Bolivia, Ecuador, Venezuelay gran parte de centroamérica. Pero acá, señores y señoras, el usted va muriendo poco a poco.

El usted, en todo caso es como el termómetro de mercurio. Surgió a mediados del siglo XVIII, a partir de la expresión vuestra merced, que después de pasar por uesaced (término que traía la confusión de las personas, las cuales pensaban que refería a la sed y producía la búsqueda de algo bebible), termina en usted en el XIX. Y deja de existir a principios de este siglo XXI, sobre todo, tanto el termómetro, como el ud. por ser cancerígenos.

Hoy, el uso de la deferencia queda relegado sólo a las relaciones laborales y, aunque a veces se use de igual a igual (ciertas y en pocas ocasiones, se usa de arriba hacia abajo, es decir, el patrón o patrona tratando de usted al empleado/a). Y en este sentido se pierde el aspecto etario.

Tranquilamente una señora mayor puede tratar de usted a una joven ricachona para la que trabaja como empleada doméstica. De ninguna manera esta chica va a tratar de usted a la señora, y seguramente tampoco trataría de usted una señora mayor ricachona cuando habla con su empleada/o de servicio, jardinero, sodero, etc. Los trataría de vos. "Podés limpiar un poco la cocina", le diría. "En un rato señorita, ahora cuando termine de colgar su ropa".

También hay que hacer un llamado de atención puesto que cuando una persona en este país no quiere que se la trate de usted (quizás porque la hace sentir decrépita) pide que se la tutee: "tuteame por favor que me hacés sentir vieja". Pero el hecho es que en este país no se tutea. En este país se vosea. ¿Quién dice: cómo andas tú? ¡Cómo andás vos, se dice acá!.

Además es incómodo el uso, puesto que cuando se habla de usted, se le habla a una segunda persona con los verbos en tercera persona. Esto puede traer graves confusiones:

-¿Lo vio? ¿Vio cómo se escapó? ¿Por qué no hizo nada para deternelo? ¿Por qué lo dejó escapar de la cárcel? ¿Quién se cree qué es? ¿Para qué le pagan? ¿Por favor, se está volviendo loco?
-¿Pero de quién estás hablando?
-¡¡De usted!!

Por último, es necesario hacer un llamado a todos y todas las jóvenes argentinos y también a los adultos y a la gente de todo el continente, y ¿por qué no? a todos los que hablan lenguas con sistemas de deferencia como lo es el usted, el tu-vou, el voce, el your majesty y todas las demás. La diferencia va de la sociedad al lenguaje, el lenguaje sólo refleja las costumbres de las personas, me dirán. Les contesto que si queremos cambiar las cosas, por un lado hay que empezar. ¿Y por qué no empezar por el habla cotidiana, para pasar a la acción o al menos dejarlo en el lenguaje y que otros se encarguen de la acción?


El doctor tangalanga muestra que no siempre el uso del usted
significa deferencia y respeto.

Mandar fruta

Hija de verdulero: -Papá, mañana tengo examen de filosofía y no sé nada, no sé qué voy a hacer, la profe me va a bochar.

Verdulero: -Mandale fruta, nena, ayer me llegaron unas ciruelas de la gran siete.

Este diálogo pudo haber acaecido o no. Seguramente no. Qué entretenido sería para los que estudian el lenguaje, conocer de dónde vienen las expresiones que usamos, en especial cuando el significado literal de las palabras que las componen tienen muy poco que ver con el sentido figurado que expresan. Ansiamos como nada en el mundo saber, verbigracia (que es como decir "por ejemplo"), cómo fue la primera vez que alguien dijo que le están tirando los galgos (acaso un chabón a su enamorada, sabiendo que ella amaba los perros de aquella raza, se le declaró regalándole una jauría), o que le están tomando el pelo (acaso algún loco que además de bolacear a las personas, le gustaba recortarles un mechón y tomarlo en un gran chopp de cerveza).


Enrique Santos Discepolo

Yo aprendí filosofía, dados, timba y la poesía cruel de no pensar más en mí, decía Discepolín en Cafetín de Buenos Aires, y aludía a su filosofía callejera, barrial. Borges comenzó su obra literaria con algo de esto. El duelo, el Truco, la payada (encontradas en textos como Hombre de la esquina rosada o El idioma de los argentinos), todo remite a una cultura y a un tipo de pensamiento popular, una doctrina filosófica contraria a las europeas como la griega, la alemana, la francesa o la inglesa (con las enormes diferencias y contradicciones que en estas se encuentran) a la que pasaría después en su obra, en relatos como Funes el memorioso, o El Aleph sin ir más lejos.

En lo que respecta a la unión de ambos tipos de doctrinas (que muchos pueden distinguir como alta -la académica- y baja -la callejera-), filósofos como Platón veían una imposibilidad en dicha aspiración para la persona común -el pibe de barrio, el hijo del vecino, el guacho de la esquina, el vago de la cuadra- al pensamiento filosófico elevado, mientras que otros filósofos como Nietzche con su Superman o Descartes, en tanto reformistas del sistema educativo, pretenden algo así como una emancipación de las masas y un pasaje de éstas al conocimiento trascendental.


El hecho es que mandar fruta es decir cualquier cosa, en especial cuando a uno se le pregunta algo de lo que no tiene ni la menor idea y no quiere dar a conocer su ignorancia.

Generalmente, antes de mandar fruta, se comienza con adverbios como "Básicamente..." o expresiones como "El hecho es que..."

Basta prender la radio o la tv unos minutos y escuchar cualquier entrevista a alguna de las ilustres personalidades que integran la vida política nacional e internacional para escuchar a alguien mandar fruta.


"Yo puedo hablar sobre qué es el hombre y cuáles son las características que distinguen a la especie humana, pero voy a mandar una de fruta que ni te cuento", dijo una estudiante de secundaria ante la pregunta ¿qué es el ser humano? La chica apelaba a su modestia o a lo que ahora se dice honestidad intelectual.




A propósito de la muerte de David Viñas (y la memoria de Mark Twain)

David Viñas, uno de los historiadores de literatura argentina y escritores más importante del siglo XX, murió ayer a los 83 años.

En Puan, era un nombre discutido, la figurita que todos queríamos tener. Los rumores de un romance con Soledad Silveyra lo tenían como víctima. Allí, era jefe de cátedra en la materia Problemas de Literatura Latinoamericana, materia que cursé un cuatrimestre, en el cual, Viñas dio tres clases. A la primera no pude asistir. La segunda fue un largo discurso acerca de la muerte de Raúl Alfonsín, en la que contó que lo recordaba del Liceo militar, aunque a quien más recordaba era a Roberto Eduardo Viola, quien llegó a ser presidente de facto en el año 1981. Su principal queja hacia el otro difunto ex presidente, es decir, el radical electo democráticamente (quien popularizaría las frases "la casa está en orden" cuando la casa se venía abajo en picada, y "con la democracia se come, se cura y se educa", cuando se cagaban todos de hambre, se morían de anginas y apenas sabían leer), fue acerca del levantamiento en Campo de Mayo. "Por favor -gritaba con un vozarrón de motor de lancha, el espeso bigote blanco, mientras su portador, de prominente frente, esgrimía un cigarrillo humeante, al que solo le dio una pitada al prenderlo- un presidente de la nación, que es el jefe del Ejército, no puede permitir que un teniente (Aldo Rico) se insurreccione. ¿Para qué fue a negociar? para un militar que se rebela sólo hay una cosa que hacer, ¡por favor!, imponer la pena capital". Después del paréntesis se puso a dar la clase, que trataba acerca de los reyes españoles y sus linajes, durante las independencias latinoamericanas, todo adornado con alguna que otra cita de Quevedo, y la recitación de las letras primitivas de los himnos del continente y un comentario acerca del racismo argentino, especialmente cuando escuchó, tras la derrota de la selección nacional frente Bolivia por seis a uno, a la gente diciendo que estos bolitas nos hicieron seis goles. "Sí, ¡¿y qué problema hay con que los bolitas nos hayan ganado seis a uno?!", volvía a gritar el bigote exasperado, antes de tocer como perro abandonado en agosto.


Mark Twain

La tercera clase que dio tuvo como tema los viajes a Estados Unidos de Domingo Sarmiento, intelectual a quien -a pesar de su unitarismo, antirrosismo o lo que más tarde llamaríamos gorilismo auténtico y bien fundamentado- admiraba profundamente, como escritor y periodista. Dijo, entre otras cosas que no recuerdo, que el texto tenía rasgos surrealistas en sus descripciones de los yanquis. Dijo también que el padre del aula admiraba al escritor Mark Twain.

Al terminar la clase, me le acerqué para saludarlo. Sostenía otro cigarrillo prendido que pitaba cada diez minutos:

-Muy interesante la clase.
-¿Qué?
-Muy interesante.
-¿Qué? -claro, a los 83 años y después de una vida agitada, la audición se deteriora (yo, con 25 abriles, ya estoy casi sordo).
-¿Usted sabe si Sarmiento llegó a conocer a Mark Twain?
-¿Cómo?
-Si sabe si Sarmineto y Mark Twain se encontraron en algún momento del viaje -dije subiendo el volumen hasta casi gritar.
-No te escucho pibe.

Por suerte una de las profesoras que lo ayudaban le repitió al oído mi pregunta. La escuchó y la entendió, pero la verdad es que no tenía ni idea de la respuesta.

-Yo leí a Mark Twain, fue un gran escritor y periodista de la cuenca del Mississippi.

Esa fue más o menos la conversación con David Viñas. Que en paz descanse.

David Viñas

La posta

En el barrio river, en Libertador y Udaondo, queda la parrilla estilo campo La posta de los galanes, donde el otro día me lastré unas Ribbs de cerdo con salsa barbacoa y ensalada tabure, que en realidad son costillitas agridulces con papas fritas y varias salsitas como chimichurri, provenzal, garbanzos al escabeche, y batatas en aceite. Bastante rico, pero lamentablemente, para mi zapán de gaucho carnivoro desesperado, las costillistas eran mucho ruido y pocas nueces, o, para ser más precisos, mucho hueso y poca carne, y me quedé con hambre, a pesar de haber comido de entrada unas batatas fritas con cebollita salteada y un poco de ensalada de rúcula, así y todo me tuve que pedir un chori con tomate. Todo muy rico, aunque en escasa cantidad (¿será que el lugar quiere mantener las figuras de sus comensales, o será que les sugiere una vida mesurada con la porción?), quién sabe por qué, pero esa es la nueva onda de la comida en lugares paquetes. Ahora pasemos a definir esta expresión tan característica de la lengua, que quien la busque en el diccionario, se verá en apuros.

Quién tiene la posta y qué implica tenerla

-Esto es la posta. Si no me creés, andá a freir churros.

La posta no sólo es la verdad. La posta es mucho más que eso. Es la total seguridad de quien habla de que lo que está diciendo se corresponde con los hechos de una manera perfecta y exacta. De que lo que entrega (esa información fresquita, esponjosa y lista para digerir) no va a defraudar. Esto es la posta.

Batir la posta.


La lengua argentina llegó a crear la frase verbal "batir la posta", porque la posta es algo que se bate. La posta se agita ante la vista y la audición de quienes la desconocen, como la cónyuge que agita una bombacha que no es suya, encontrada en el auto, ante el sobresalto del descuidado marido. La posta no es moco de pavo.

La disputa diaria por la posta.

Todos queremos tenerla. Gobierno y oposición, fiscales y defensores, judíos y católicos, religiosos y ateos, vegetarianos y carnívoros, taxistas y colectiveros, periodistas y políticos, periodistas y otros u otras periodistas, periodistas y jugadores, jugadores y referís; todos disfrutan de la eterna y cotidiana disputa por la posta. Generalmente es la lengua el terreno en el que lo hacen. En contadas ocasiones, el puño.

Cuatro ejemplos de posta.


La elegante damisela que esta tarde viajaba en la línea "A" del subte en dirección a Carabobo, le hablaba a su compañero con la seguridad de quien tiene la posta:

-Los mandan al colegio -decía con cierta indignación- sólo para que no se queden en sus casas. Pero si ni estudian. Esto está mal. Así no puede ser.

Otro uso de esta partícula es la simple pregunta, ante una revelación.

-Creo que soy gay.
-¡¿Poooostttaaaa?!

En este caso, la pregunta no sirve para solicitar información ni para confirmar lo dicho. Simplemente sirve para demostrar una sorpresa exaltada ante la revelación. Otro ejemplo:

-Corté con mi novia.
-Naaahhhh, ¿posta?. Ya era hora, 15 años es mucho tiempo.

Finalmente, en conversaciones, se usa para dar cuenta de que alguien acaba de decir una gran verdad.

X: Si te sentís con confianza, le podés sacar el teléfono a quien quieras, cuando y donde quieras.
Y: Posta...

Para finalizar, un video algo morboso que no tiene que ver con la posta, pero sí con el atletismo que es de donde viene la expresión.




Diez razones para comenzar una blog sobre la lengua argentina

Razón 1- La lengua es ese quién sabe qué (o ese qué se yo) que usamos a diario, de sol a sol. La necesitamos para pensar, para comunicarnos, para expresar nuestros sentimientos, para putear al bondi que no paró y nos hizo llegar tarde al laburo, para putear al tachero que va a 5 por hora y no nos deja doblar a la derecha, y para putear a miles de personas más. En fin, la lengua la necesitamos para putear y algunas cosas más sin mayor importancia.

Razón 2- La lengua también es un reflejo del pensamiento social (¿que qué entiendo por pensamiento social? muchas cosas), es decir, si a diferencia de otras lenguas, los argentinos y argentinas distinguimos entre adjetivos como "amargo", "pecho frío", "botón" y "vigilante", en algún punto es porque tenemos la necesidad de hacer estas distinciones, porque claro está que no es lo mismo decir una que la otra. Por ejemplo, un jugador de fútbol es un "pecho frío" pero los vagos de una hinchada no son unos pechos fríos, son unos amargos, o unos botones. Un policía puede ser un rati, o un botón o un vigilante, pero difícilmente pueda ser un pecho frío.


Razón 3- Hoy más que nunca, en estos tiempos de cambio, surge la necesidad imperiosa de hacer un blog sobre la lengua argentina, en el cual se expliquen las expresiones que usamos a diario, sus alcances y limitaciones, sus usos, significados y aplicaciones. Lo que en otras lenguas llaman el Slang. Lo dijo el carnicero de la esquina de mi casa, cuando me vendía una salchicha parrillera.

Razón 4- La lengua cambia todo el tiempo. ¡Qué viejas quedan hoy palabras como "pelafustán" y "otario" y qué novedosas en cambio son "barrilete" y "pancho" para referirse a los mismos sujetos! Si vamos a esperar que la Real Academia Española las reconozca, seguramente antes nos invada Brasil, o a lo sumo Estados Unidos, o a los sumo los Uranianos.

Razón 5- Un blog sobre la lengua argentina es una buena forma de distinguirnos de nuestros hermanos y hermanas iberoamericanas. Qué saben ellos y ellas lo que es ser piola o lo que es ser un chongo. Al mismo tiempo es una buena forma de explicarnos y explicarles lo que palabras como esa quieren decir. Ahora, ¿alguien sabe qué quiere decir piola o chongo?

Razón 6- Estamos en el Bicentenario y es necesario definir la idiosincrasia, el modo de ser, la actitud de la gente de este gran país. Qué mejor manera de hacerlo, que revisando, inspeccionando y describiendo la comunicación diaria, culta e inculta, callejera y laboral.

Razón 7- Es necesario continuar con la tradición de escritores como Roberto Arlt, en sus Aguafuertes porteñas, y Adolfo Bioy Casares, en su Diccionario del exquisito argentino, pero hoy, en pleno e incipiente siglo XXI.

Razón 8- Si se busca en Google "blog de lengua argentina", en la primera página no se encuentra ninguno.

Razón 9- Estoy al pedo todo el día y tengo ganas de escribir boludeces.


Razón 10- Todas las anteriores y ésta. ¿Cuál? Esta. ¿Cuál? Esta.

Roberto Arlt, capo entre los capos.